Caminamos por la inigualable ciudad de Florencia. Originalmente Florentia. Aquel asentamiento romano fundado por Julio Cesar. Ha corrido el tiempo. Cruzamos el medieval Ponte Vecchio. Atrás queda el Palazzo Pitti. Giramos hacia la derecha trazando la ribera norte del río Arno. Aledaña, pronto emerge la serliana distintiva de la Galleria degli Uffizi. Nuestro destino. Pinacoteca imponente. Por dentro y por fuera. Atesora cuadros firmados por grandes maestros del Renacimiento. Subimos la escalinata Granducale. Intermedia, en la segunda planta hallamos la sala Botticelli. Un regalo para la vista. Ilumina el espacio una pieza maestra autoría de Sandro. Lleva por título Alegoría de la Primavera. Abreviado como La Primavera. Una hermosa ficción botánica pintada en torno a 1480. Año más o menos. Tres metros de ancho por dos de alto. Temple sobre tabla. Figuras a tamaño real. El cuadro fue uno de los estimados por la profesora Mirella Levi d’Ancona para sus pesquisas. Fallecida en 2014. Comprender el simbolismo vegetal propio de la pintura italiana renacentista ha sido un tema recurrente de su labor investigadora. Planteado primero en el libro The garden of the Renaissance: botanical symbolism in Italian painting. Continuado después en el estudio pictórico-florístico denominado Botticelli’s Primavera.
Andrés Galera