Paisajes neuronales

Javier DeFelipe; Henry Markram; Jorge Wagensberg (coord.). 2007. Paisajes neuronales. Homenaje a Santiago Ramón y Cajal. Madrid: CSIC (2a edición 2010).

El dibujo es un parámetro poco utilizado a la hora de componer el perfil científico de Santiago Ramón y Cajal. Sin embargo le corresponde siendo su condición de dibujante una virtud necesaria, diríamos primordial, en su investigación neurológica. De su temprana desventura artística da cuenta el propio Cajal en Recuerdos de mi vida. Duro de mollera, supo resistir el rechazo paterno, radical, hacia las artes plásticas. La cabezonería del hijo Santiago competía con la tozudez de Justo, el padre, llegándose al límite de que éste obligó y aquél consintió en interrumpir los estudios para dedicarse al oficio de zapatero. Un año duró la amanuense aventura. El padre fracasó en su intento de ahormar al infante y Santiaguito reanudó sus clases en Huesca matriculándose en dibujo. Años después, de pintar retratos y paisajes pasó a dibujar la anatomía del cuerpo humano. Cursaba el primer curso de medicina en la facultad de Zaragoza. Hacia 1900 el reputado neurohistólogo había realizado más de doce mil de aquellos extraños dibujos reveladores de la arquitectura celular del sistema nervioso. Son los paisajes neuronales que las nobles y enigmáticas células del pensamiento, escribía, componen al otro lado de la lente de aumento.

Andrés Galera

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